LA MONA Y EL PAJARITO

 

Por

Leonardo da Vinci

 

 

Cierto día de verano, una monita joven que iba de rama en rama, descubrió un nido. Más contenta que unas pascuas, alargó la mano. Y los pajarillos, que sabían volar, huyeron a la desbandada. Todos, menos uno, el más chiquitín.

Nuestra mona, con mil cabriolas de alegría, se apoderó del pajarito, con el que se dirigió a su casa.

La pobre avecilla era suave, tibia, blanda, delicada. La monita se extasiaba  besuqueándola, acariciándola y apretándola contra su pecho.

Su  madre la miraba sin decir nada.

- ¡Qué precioso pajarito! ¡Cuánto le quiero! - gritaba la mona, fuera de sí.

Y tantos fueron sus besos y apretujones, que la pobre avecilla murió asfixiada contra su pecho.

 

 

Sirva el caso de lección a esos padres

que demoran el castigo de sus pequeños

 

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