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Una imagen del pasado
conmueve mi corazón,
un recuerdo venerado
como ancestral religión

Me cobijó en mi niñez
un hogar lleno de amor
y alegra mi madurez,
¡permanece su calor!.

Momentos irrepetibles
de emociones compartidas.
Realidades intangibles
de bellas amanecidas.

Caprichos sin importancia,
benditas resignaciones,
comprensión y tolerancia:
hogareñas relaciones.

Atesoro en mi interior
el tiempo de mi inocencia,
la esperanza y el dolor
de mi alocada impaciencia.

Me detengo en mis visiones
de la familiar estancia,
¡Qué unión en los corazones!
¡Qué cariñosa fragancia!.

El sol cruza la ventana,
a mis padres ilumina,
es brillante filigrana,
es una imagen divina.

Es el recuerdo querido
que conservo del pasado,
es el reflejo sentido
del paraíso esperado.

Emma-Margarita R. A.-Valdés
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