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ARRANCA 

TUS PIEDRAS DE MOLINO

Si tus ojos son sucia opacidad
y en sus cuencas anidan las luciérnagas;
si en tus ojos fulgura la maldad
asesina del bien y la belleza;
si tus ojos simulan la verdad
y no miran de frente a las estrellas,
¡arráncatelos!,
porque verás la luz de eternidad
tras la cortina múltiple de tierra.

Si tus manos, al tacto de azucena,
acarician escamas de serpiente;
si en tus manos se enturbia la patena
con tus dedos vacíos de laureles;
si tus manos encubren la cadena
y no entregan su pan a los más débiles,
¡arráncatelas!,
porque el muñón, en su íntima condena,
repetirá el latido de tus sienes.

Si tus pies no recorren el camino
que conduce a la casa de tu Padre;
si en tus pies no se apoya el peregrino
al sentir su final inaplazable;
si tus pies no conocen el destino
que existe a la caída de la tarde,
¡arráncatelos!,
porque, abrazado al tronco del espino,
alcanzarás los frutos inmortales.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

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