TREINTA MONEDAS  

(Mt 27,3-10; Hch 1,18-19; Ex 21,32)

  Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

Treinta monedas, treinta,

por el fruto maduro en el desierto.

Treinta años fue la savia sometida

para la flor del fruto.

 

Germinan los crepúsculos soliloquios de encina

y se impone la voz del orden cósmico.

Universal sentencia

dictada por la ley de la armonía.

Las ramas filtran luz del pensamiento

desvelando espejismos.

 

Por sólo treinta siclos el buey bravo derriba,

cornea al siervo manso.

Luna menguante argenta las monedas

con sus cuernos nocturnos.

 

Comienza la ordalía por la magia del gesto.

Treinta monedas caen sobre las piedras.

Treinta gritos de plata

exorcizan raíces en el templo del mundo.

En el árbol maldito

estalla la violencia del destierro.

 

La muerte resucita con las treinta monedas.

Hacéldama que habitan los cuerpos vagabundos

por las treinta monedas de los príncipes.

¡Sólo treinta monedas, sólo treinta!

 

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

Esta poesía, en mp3, recitada por la autora

 

Del libro "Antes que la luz de la alborada, tú, María"

Libros de Emma-Margarita R. A.-Valdés

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