¡TIENES QUE ESTAR, DIOS MÍO!

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés

 

 

 

Tienes que estar ahí, Dios mío,

¡tienes que estar!,

eres clamor de mi vacío

y mi ansiedad.

 

Tienes que estar, Señor, tu río

de aguas de paz

es el caudal de amor que ansío

para levar.

 

Tienes que estar ahí, confío

en tu verdad,

eres mi luz en el sombrío

cosmos del mal.

 

Tienes que estar, sin Ti, Dios mío,

la humanidad

con su satánico extravío

me vencerá.

 

Tienes que estar ahí, Dios mío,

¡tienes que estar!,

sólo mi amor por Ti, tardío,

me salvará.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

En mp3, recitada por la autora

Del libro "Versos de amor y gloria"

Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)

 

     
   

Pintor: Zurbarán

Cuadro pintado en 1638

Está en el Monasterio de Guadalupe, en Guadalupe (Cáceres. España)

 

 

El venerable padre Cabañuelas, o fray Pedro de Valladolid (su nombre de religión), fue protagonista de un prodigioso milagro ocurrido en el Monasterio de Guadalupe (Cáceres, España). Se distinguió por su profunda devoción a la Sagrada Eucaristía, en cuya contemplación y meditación gastaba gran parte de las horas del día y de la noche. Pero quiso el Señor aquilatar aquella su fe en el gran Misterio, permitiendo al enemigo de las almas que viniera a perturbar su imaginación con terribles dudas sobre la presencia real de Cristo en el Sacramento del Altar, dudas que se acrecentaban hasta producirle tremenda angustia, mientras celebraba el Santo Sacrificio.

El milagro: El suceso milagroso que disipó todas sus dudas y sus incertidumbres, podemos situarlo cronológicamente hacia 1420, como a los 50 años de su edad, y es él mismo quien nos lo refiere, aunque de tercera persona en una relación que de su puño y letra se halló entre sus papeles después de su muerte, y que es la sigueinte: "A un fraile de esta casa, dice que le sucedió que un sábado, celebrando la Santa Misa, después que consagró el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, vio una cosa como nube que cubrió el ara y el cáliz, de manera que no veía otra cosa sino un poco de la cruz que estaba detrás del ara, lo cual le inculcó gran temor y rogó al Señor con muchas lagrimas, que le tuviera piedad y le manifestara qué cosa era eso y que lo librase de tan gran peligro. Estando muy atribulado y espantado, poco a poco se fue quitando aquella nube, y cuando se quitó no halló la Hostia consagrada y vio la hijuela que estaba sobre el cáliz, quitada, y al ver el cáliz lo vio vacío. Al ver esto, comenzó a llorar fuertemente, demandando misericordia a Dios y encomendándose devotamente a la Virgen María. Y estando así afligido, vio venir la Hostia consagrada puesta en una patena muy resplandeciente, y púsose sobre el cáliz, y comenzó a salir de ella gotas de sangre, en abundancia. Y desde que la sangre hubo caído en el cáliz, púsose la hijuela encima del cáliz y la Hostia encima del ara, como antes estaba. Y el dicho fraile, estando así muy espantado y llorando, oyó una voz que le dijo: Acaba tu oficio, y sea a ti en secreto lo que viste".

Se divulga el milagro: El hecho fue pronto conocido y divulgado por todos los ámbitos de la nación, y hasta los mismos reyes de Castilla, don Juan II y su esposa doña María de Aragón, con el príncipe don Enrique, el futuro Enrique IV, acudieron a Guadalupe para conocer y tratar al siervo de Dios, elegido ya como prior del monasterio, quedando tan prendados de su virtud y santidad, que la reina le eligió por su consejero espiritual, y mandó en su testamento que, cuando trajeran sus restos al Santuario, colocaran a su lado los del padre Cabañuelas, como en efecto se hizo

Aún nos queda un precioso testimonio de la Misa Milagrosa:, los corporales y la hijuela, con unas gotas de sangre, usados en la misma, reconocidos ante el notario apostólico en el siglo XVII, fueron declarados auténticos y son hoy la mas preciada reliquia con que se honra el relicario guadalupense, como fueron también preclara reliquia eucarística, expuesta a la veneración de los fieles, en el Congreso Eucarístico de Toledo, en 1926.

El padre Cabañuelas murió el 20 de marzo, de 1441, en olor de santidad, muy querido y venerado de todos

 

 
     

 

Semana Santa

 La Eucaristía - Milagros eucarísticos

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